Envío misionero en la Inmaculada

En una concurrida celebración Eucarística, en la parroquia de Nuestra Señora de Las Lajas, 35 sacerdotes presididos por monseñor Daniel Arturo Delgado Guana, vicario…
Durante el acto que tuvo lugar en la mañana del sábado 14 de febrero, monseñor Jaime Alberto Mancera, vicario de evangelización, explicó a los sacerdotes, laicos y religiosos presentes las diferentes actividades del primer año de la primera etapa del Plan de Evangelización: el Gran Giro y animó a todos a tomar parte activa, alegre y generosa en el caminar de la Arquidiócesis.
Por su parte, en la concelebración eucarística, monseñor Delgado hizo énfasis sobre la importancia de ser signo de comunión, aludiendo al núcleo del paradigma de evangelización y su llamada al “encuentro con Cristo para ser conocido, amado y seguido, para vivir en Él, relaciones de comunión y, desde Él, transformar la historia hasta la venida de la Jerusalén celestial”. (Plan E 36)
A continuación algunos apartes de la homilía de monseñor Delgado:
Tres elementos se conjugan en la liturgia de la Palabra de este día: El encuentro con el Señor que transforma a la persona en persona nueva, que la introduce en la dinámica del discipulado (entrar en el conocimiento, en el amor y el seguimiento de Aquél que es la vida). La alegría del encuentro cantada en el salmo, refleja la alegría del discípulo que adquiere una nueva capacidad, una nueva manera de ver las obras de Dios, que se hace receptáculo de la misericordia, de Aquél que escucha las súplicas de sus hijos. El envío narrado en los textos de los Hechos de los Apóstoles y en el Evangelio de Mateo. El encuentro y el gozo del estar con el Señor nos recuerdan la escena de la Transfiguración. Pero la experiencia discipular del encuentro, la experiencia de la misericordia, no son experiencias para regodear y engordar la propia espiritualidad. Son experiencias dadas al discípulo como equipaje de viaje, porque la experiencia del encuentro está seguida del envío y el que antes era apenas discípulo es ahora también misionero.
El cristiano es un hombre de camino, no puede quedarse quieto. El papa Francisco afirma que “Si un cristiano quiere conocer su identidad, no puede quedarse cómodamente sentado en el sillón ojeando un libro porque en el mundo ‘no existe un catálogo’ con la imagen de Dios”. A Dios se llega caminando, a Él se accede con necesidad y con curiosidad ¿Señor, dónde vives? Pero el riesgo de encontrarlo y conocerlo está en que del Señor se sale caminando, enviado, hacia los demás desde la condición de personas nuevas. Ahora hay que comunicar la experiencia del encuentro que se expresa en la vida de “comunión” porque el encuentro con Cristo es encuentro con el Ungido del Padre por el Espíritu, es un encuentro que involucra en la comunión de Dios y que envía a hacer discípulos para que entren en el dinamismo del encuentro, de la comunión, y que sean, desde allí, capaces de transformar la historia.
Esta celebración eucarística recoge los tres momentos que la Palabra desvela: Hemos venido, nos hemos movilizado, hemos caminado a este lugar de Dios, a su monte santo, a su casa de oración, aquí, mediante la palabra, el encuentro con los hermanos y el sacramento de la Eucaristía nos hemos encontrado con el Señor vivo, presente, resucitado. Este encuentro no es para dejarnos tranquilos, es para enviarnos, para ponernos en camino, el mundo, la ciudad reclama una presencia significativa de los bautizados, capaz de transformar las estructuras con el estilo de vida propio de los miembros de la Iglesia, el estilo de la vida en comunión. La Iglesia no es un apéndice de la ciudad, la Iglesia no es un ente extraño e incómodo, un añadido a la ciudad, la Iglesia es ciudad y la ciudad es Iglesia y como tal la Iglesia realiza la tarea transformadora cuando está presente con su estilo de vida identificante, caracterizante, ejemplificante. Los demás, todas las personas que se cruzan diariamente en nuestro camino deben recibir el impacto de nuestro testimonio de vida y el coraje de nuestro mensaje alegre y esperanzado, la esperanza de unos cielos nuevos y una tierra nueva, pero con los pies puestos en el presente, con un compromiso decidido de entrega y de servicio a Cristo en los hermanos.
Queridos evangelizadores, discípulos y misioneros del Señor, sean uno con sus párrocos, vivan la perfecta comunión de la caridad con sus hermanos, hagan de la evangelización su prioridad como creyentes y háganlo con alegría, sin mezquindad, amando al estilo de Cristo. Transformen la historia haciendo presente el amor y el servicio de Cristo.


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