Pregoneros de la paz
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo dice el Señor.
La paz esté con nosotros, que con nosotros…
Es el saludo que vivimos en cada santa y solemne eucaristía, cuando el mismo Dios se hace presente en nuestra vidas, en nuestras familias, en la comunidad.
Esta hermosa experiencia de paz que trasciende y va de la mano de Nuestro Señor Jesucristo nos hace vivirla en el templo y llevarla con el mensaje evangelizador al exterior, afuera, allá donde se vive la realidad del mundo, llevarla a nuestros hogares, familias, barrio, comunidad, trabajo, estudio, llevarla a cada hermano con quien compartimos, al desconocido, al medio de transporte, al día a día transformando vidas por gracia del Señor.
Esta hermosa experiencia de paz, que proviene de Dios, que llena nuestras almas de su divino amor, que llena el espíritu de su inmensidad no podemos confundirla solo con la tranquilidad del cuerpo o un estrado de relajación. La paz es la gran experiencia de la presencia del Señor en nuestras vidas, que inunda nuestro existir.
Es como la buena semilla que cae en tierra fértil y produce el mejor fruto, el fruto del Reino de Dios en nuestras vidas, en nuestra sociedad necesitada cada vez más de su amor.
Este es el fruto de vivir en la voluntad del Dios Padre.
Y en este caminar hacia la paz sentimos el llamado de buscarla, conocerla, compartirla, proclamarla, como se vivió en el Festival de Canto y Oración el pasado sábado 12 de septiembre en la catedral Santiago Apóstol de Fontibón.
El Señor nos invitó a estar con Él y nos brindó su amor, su misericordia y su santa paz.
La paz de Dios que va más allá de todo entendimiento.
La misericordia de Dios es eterna y se hace presente en las almas que quieren la paz en su corazón.
Se vivieron momentos de unción, alabanza, adoración al Santísimo.
Más de 15 parroquias reunidas.
Nos regaló una hermosa palabra en la cual nos enseñó la matemática de la paz:
La matemática del mundo nos dice que violencia + violencia = violencia.
La matemática del Evangelio nos dice que violencia + perdón = paz.
Compartamos esta hermosa experiencia para que seamos pregoneros de la paz.
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