El amor y la familia política

Cuando surgen diferencias en el matrimonio, especialmente en los primeros años de convivencia, los principales en darse cuenta son los padres
Por mucho que se intente dar la imagen de que todo marcha bien, ellos se dan cuenta. Saben que algo anda mal, y como padres inevitablemente piensan que alguien le está haciendo daño a su hija o hijo.
Es por eso que en los conflictos matrimoniales, la “familia política” resulta un detonador. Contar a los padres un problema con la pareja hace que ellos, instintivamente, se pongan del lado de alguna de las dos partes e incluso que aconsejen tomar decisiones que no tienen reversa. Es normal, ya que buscan el bien de sus hijos y por consiguiente resultan asumiendo posiciones a favor, muchas veces sin ser del todo acertadas.
Además, en estos procesos es inevitable que la pareja diga muchas cosas inconvenientes con el único deseo de herir al otro. Si la persona se entera que el otro está hablando de estos temas con la familia, inevitablemente la atacará; así, lo que era una diferencia entre la pareja, se convierte en un problema de familia. Y si el matrimonio consigue resolver sus diferencias, se verán con el problema de estar mal con la familia política.
Trato con guantes de seda
Incluimos la familia política entre las posibles causas de una separación, no tanto porque sea una causa directa, sino porque es un aspecto que suele ir asociado con los procesos de separación y, en todo caso, contribuye a que éste no sea fácil de resolver, según psicólogos especializados en temas de familia.
Es importante tener presente que cuando hay un nuevo matrimonio, toca formar una propia familia ; con sus propios estilos, costumbres, formas de hacer y de pensar
Hay padres, suegros y suegras, que llenos de buenas voluntades, no son conscientes de esto. Entonces, el matrimonio camina así, con el hábito de tener que mantener el equilibrio entre lo que ellos quieren hacer y lo que su familia pretende. Y éste, sin duda, es un foco de problemas.
En este tema, la responsabilidad es sólo de la pareja. Hay padres extraordinarios que saben mantenerse en la retaguardia apoyando sólo cuando se les pide, pero es normal que haya otros que se adelanten, llenos de una noble intención, para ayudar a organizar la vida de forma resulte maravillosa:Buscan por ejemplo que el nuevo hogar viva cerca de la residencia de los padres de alguno de los cónyuges. Incluso que trabajen donde los padres sugieran o deseen. Quieren que se tengan también sus aficiones y que los visiten todos los días, si es posible.
Cada uno conoce a su familia mejor que nadie y sabe de sobra cuando pueden ayudar y cuando no. Pero lo cierto es que los padres sí tienen una enorme experiencia y han pasado posiblemente por situaciones similares a las que viven los nuevo matrimonios. Sus consejos, en la mayoría de los casos, son completamente desinteresados. Por eso, puede ser positivo que, ante una situación de crisis, no se tenga reparo en pedirles ayuda, pero siempre desde la premisa de que todos quieren arreglar las cosas.
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