El "Sí" que puede cambiar nuestras familias

El anuncio del ángel a María, es un anuncio como la noticia que siempre será veraz y oportuna para todas las épocas: Cristo vive, fue concebido y nació de una mujer, en…
Estamos en una sociedad donde las familias están expuestas cada día al relativismo y a la cultura de la muerte, por lo que se necesita una respuesta urgente para comprender el desafío y de manera especial la vocación de ser, construir y promover hoy la familia como la escuela donde se orienta para la defensa de la vida desde el llamado al amor, a partir de su concepción hasta su muerte natural.
Así lo expresa el papa Benedicto XVI afirmando que es en la familia donde el hombre descubre su relacionalidad, no como individuo autónomo que se autorrealiza; sino como hijo, esposo, padre, cuya identidad se funda en el ser llamado al amor, para ser recibido por otros y donarse; por ello todo ser humano fue creado por amor y al mismo tiempo es llamado al amor, el amor es la vocación de toda persona.
La familia considerada como centro y unidad de afectividades, saberes, deseos, historias, heridas y luchas, que pide ser hoy reconocida como el lugar sagrado, la misión y en particular el sistema donde se origina, protege y crece la vida de las personas, defendiendo su dignidad y preferencia al ser desde el bautismo llamadas hijos de Dios.
Por ésta razón, el mundo de hoy necesita con urgencia descubrir y conquistar nuevamente el principio de la familia como el santuario de la vida, es decir, se nos pide responder con el "Sí" de la mujer elegida para ser la madre del Salvador, el "Sí" conocido como el "Fiat" de la Virgen María, un sí renovado a la realidad y a las exigencias de comunicar la contemporaneidad de Cristo entre nosotros.
La fecundidad de este anuncio puede acontecer desde la paternidad y maternidad divina que se hace humana a través de las relaciones entre padres e hijos, abuelos y nietos, en cada relación también entre esposos, tíos y sobrinos, hermanos, primos, ahijados y demás, donde se hace experiencia de la filiación con Dios como padre y a su vez madre através de la Iglesia, que aún sin darle nuestro si, nos acepta y ama incondicionalmente.
A partir de esa relación de paternidad o maternidad, algunos mandatos interesantes para promover en las familias desde la orientación en la fe con motivo de la Anunciación serían: Yo te puedo amar a ti porque le digo sí a Él, cuando yo digo sí es porque respondo a Cristo en ti y yo te digo sí porque dependo de Cristo. Es un sí que reafirma nuestra certeza en que pertenecemos a Otro que nos ama primero y que sólo por su gracia podemos amar y tener actos de amor hacia los demás como pedir perdón, perdonar, no juzgar ni rechazar y simplemente amar, amar y amar, así nos duela como dice la Madre Teresa de Calcuta.
Para dar el sí a la concepción de Cristo en la totalidad de nuestra vida es necesario abrir el corazón a su pertenencia que sólo por amor nos llama para responderle con amor, un amor hasta el extremo que nos enseña con el ejemplo del "Sí" de la Virgen María la total confianza, abandono a su voluntad, escucha, docilidad, inquietud y obediencia para cumplir con sus designios; he aquí el llamado a las familias a ser escuelas en el método educativo de la fe a través del testimonio y de su legado en la acogida, la amistad, el seguimiento y el anuncio del Evangelio desde y para la vida.
Así mismo, como explica Don Giussani, "se necesita rezarle a la Virgen con todo el corazón, porque en ella se inició todo el misterio y como Dios es el único que trata al hombre según la totalidad de su yo, ella, comenzó a entender cuando comenzó a ser madre, cuando dijo "Sí". Entonces comenzó a entender. Comenzó. Era todavía un infinitésimo, pero comenzó a entender. ¿Y qué comenzó a hacer? a llevar, a "ocuparse". ¿De qué cosa? de la realidad de cada cosa que existe en el mundo, porque cada cosa que existe en el mundo está hecha de Cristo. "Todo en Él consiste".
La pertenencia a Cristo se genera en la familia con unos rostros concretos en especial el de papá y/o mamá, también de quien asume su rol, que con su mirada fija en Cristo, anuncie ternura y misericordia, para que sus hijos le reconozcan y lo sigan como su salvador; ésto a través de una relación de autoridad de los padres de familia como testigos de la verdad. Por esto, quiero terminar planteando lo que yo considero los tres "sí" en la familia como santuario de la vida.
El primer "sí" es el de cada uno de los esposos, en su relación íntima y personal con Dios, donde cada uno desde su libertad decide aceptar a Cristo en su vida, a conocerlo, amarlo y seguirlo.
El segundo "sí" es el fruto de la comunión entre los dos, hombre y mujer a través del sacramento del matrimonio, cuando se aceptan el uno al otro y consagran su amor a un amor más grande que los abraza y les permite amarse como Jesús los ama, con Misericordia; un sí que se prolonga y renueva cada día al afrontar cada dificultad con fe, esperanza y caridad.
Y el tercer "sí" es estar abiertos a la vida, a educar a los hijos que Dios en su infinita bondad les permita tener y que no les pertenecen, lo cual corresponde a una de las finalidades fundamentales del matrimonio: la procreación.
Partiendo de los anteriores "sí", la familia está constituída como un sistema trinitario de amor, fundamentada en la relación de unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es la invitación para que los esposos hagan experiencia de que el centro de su afectividad sea su "sí" a Cristo, en su apertura a la vida, vivenciando la unidad al interior de la familia y comunicando sus vivencias de comunidad como Iglesia doméstica.
Por otro lado, el papa Francisco, ante la crisis que tiene la familia expresa que el matrimonio nunca fue tan atacado como ahora, tan golpeado, herido...cuántos matrimonios desechos y cuántas familias golpeadas negándole su identidad; a lo que pregunta ¿qué podemos hacer? y propone trabajar en la Pastoral de Ayuda para la Familia, "cuerpo a cuerpo, acompañar". Una invitación en la Anunciación a dejarnos acompañar por la Virgen María y acompañar a otros para llevar a Cristo, en una relación íntima
más no intimista, sino por el contrario que nos permita anunciar que su infinita misericordia y amor hasta el extremo nos puede cambiar la vida de nuestras familias.
Para finalizar, hago un llamado con urgencia a los medios de comunicación a reconocer y a visibilizar los testimonios de tantas familias, sus experiencias de vida, más aún en este Año de la Misericordia, donde pedimos a Dios para que sean más los matrimonios y las familias que acepten concebir primero el amor de Cristo y construyan con bases sólidas santuarios de fe, esperanza y caridad.
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