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Oraciones que salvan vidas

4 de noviembre de 2015
Oraciones que salvan vidas

Con una misa solemne presidida por el Nuncio Apostólico, monseñor Ettore Balestrero se cerró en Bogotá la primera temporada de la campaña 40 Días por la vida que reunió…

Era una mañana fría como cualquier otra en Bogotá. Mientras caminaba por la calle 34, Sandra fue abordada por varias personas que le entregaban tarjetas y volantes y le preguntaban qué estaba buscando.  Lo que le estaban ofreciendo no era mercancía a buen precio, ni artículos de uso común: le ofrecían un aborto. Y ella, que estaba embarazada y confundida, entró a uno de estos lugares clandestinos.

En un principio la  joven había decidido tener a su bebé,  pero a medida que pasaba el tiempo comenzó a sentirse abrumada con la idea de ser madre.  Pensaba que iba a ser muy difícil, una responsabilidad  demasiado pesada sobre sus hombros.  Todo comenzó a hacerse oscuro y, en su mente apareció la idea de un aborto. Así, pensaba, todo seguiría como hasta ahora, su vida no tendría que cambiar, podría seguir adelante con sus proyectos.

Mientras preguntaba cuanto podría costar el procedimiento su única preocupación era que le alcanzaran los 400 mil pesos que había llevado. La persona que le atendió dijo que primero tendrían que hacerle una ecografía para ver qué tan avanzado estaba el embarazo.  La hicieron pasar a una pequeña sala donde había una camilla manchada y amarillenta.

La persona encendió el aparato de ecografía y le pidió a la enfermera apagar el monitor que se encontraba en la pared frente a la paciente “Porque eso las traumatiza y las hace arrepentirse del procedimiento”.  Sandra comenzó a sentirse incómoda, pues ese lugar no le inspiraba confianza. 

Al terminar la ecografía le dijeron que tenía más de tres meses de embarazo, que ya estaba muy avanzado y que había que hacerlo enseguida.  Le dieron un precio: 450 mil pesos.  Rápidamente ella dijo que no le alcanzaba la plata, que tenía que ir a conseguir más y salió del lugar.

Una luz de esperanza

El día anterior, cuando tomó la decisión de ir al sector de Teusaquillo, Sandra había pensado ir a Profamilia, uno de los dos centros que abiertamente ofrecen abortos en Colombia.  Sin embargo, esa mañana mientras se dirigía allí encontró una noticia en internet que informaba sobre protestas contra el aborto frente a ese centro, así que decidió acudir a otro lugar.  La protesta, como equivocadamente la llamaron, en realidad se refería a la campaña de oración 40 Días por la Vida, que se realizaba a unas calles de allí.

Así fue como Sandra decidió dirigirse a Oriéntame, el otro lugar que ofrece abortos explicitamente en Bogotá.  Pero no sabía que en el camino encontraría algo que le haría cambiar su decisión de abortar a su bebé.  Mientras caminaba vio a lo lejos a un grupo de personas en el andén, orando.  Sus carteles decían que oraban “por el fin del aborto”.  Sandra siguió caminando y pasó al otro lado de la calle, donde uno de los voluntarios le ofreció un paquete que contenía información de la campaña provida.  De repente entendió lo que estaba a punto de hacer. Sin poder contener las lágrimas dejó que su corazón guiara el siguiente paso.  Pronto se vio rodeada de personas que le daban ánimo y le hablaban de lo preciosa que era esa vida que llevaba en su vientre. Era una luz de esperanza en un momento de desesperación. No recuerda mucho más, solo que ya no podría seguir adelante con la decisión que había tomado el día anterior. Que ya no estaba sola, que la vida de su bebé dependía de ella y que a pesar de las circunstancias no quería negarle la vida a esta criatura a quien ya amaba.

La alegría que se sintió entre los voluntarios que estuvieron presentes ese día era contagiosa. ¡La vida de un bebé había sido salvada del aborto, y ellos fueron testigos de este milagro que Dios hizo a través de 40 Días por la Vida!

Historias como esta se ven repetidamente durante las campañas 40 Días por la Vida, una iniciativa que nació en el año 2004 en Texas, Estados Unidos, y que hoy se realiza simultáneamente en 307 ciudades alrededor del mundo.  Este año Bogotá se unió por primera vez y desde el 23 de septiembre al 1º. de noviembre, aproximadamente 1.500 voluntarios se unieron a esta convocatoria, entusiasmados por la idea de hacer la diferencia y salvar vidas. 

Fueron 960 horas de oración ininterrumpida que comenzaron a la media noche del 22 de septiembre con una la misa celebrada en el templo de Santa Ana y que gracias a la convocatoria enviada a través de los medios católicos, tuvo lleno total.  Y desde entonces el flujo de personas se mantuvo constante, aún durante las noches, pese a las frías horas de la madrugada.

A cualquier hora

Durante estos 40 días de vigilia pacífica ininterrumpida, ayuno y oración, este grupo de personas se reunió en Teusaquillo, el corazón del aborto en Bogotá, sin importar el frío, el cansancio, las burlas ni las provocaciones de algunos transeúntes, todo por amor a la vida y porque se sienten llamados a tomar acción frente a la tragedia del aborto.

Para muchos de los que se unieron a la campaña, esta fue su primera vez participando activamente en una iniciativa pro-vida.  Algunos de ellos vinieron desde pueblos cercanos, como Zipaquirá, Chía o Soacha con sus grupos parroquiales, amigos, vecinos y familiares para hacer parte de esta jornada de oración.  Otros llegaron de muy cerca, habitantes de esta zona que conviven día a día con los centros abortistas desde hace más de 20 años.  

“Lo mejor es que no se necesita nada, solo la voluntad”, afirma una de las participantes.  “Uno no tiene que saber mucho, solo llegar aquí a cualquier hora y  se une a la oración.  Eso lo puede hacer cualquier persona.  Uno pone su oración y Dios es el que hace la obra”.  

“Las vigilias durante la noche son algo único. Es hermoso ver a tanta gente joven tratando de hacer la diferencia, de que se respete y se valore la vida de los más indefensos”, expresa emocionada Clemencia, otra de las voluntarias, quien trabaja cerca y fue una asistente habitual a la  jornada.

 El principio del fin del aborto

El de Sandra no es el único caso.  Al menos siete mujeres que habían llegado a buscar un aborto porque creían que era su única solución han encontrado en este grupo una luz de esperanza para continuar con sus embarazos.  Parejas de jóvenes que se encontraban confundidos, abrumados por la idea de ser padres recibieron consejería y eligieron la vida para su bebé.  Algunas mujeres con abortos en su pasado encontraron la sanación para sus corazones, que cargaron durante años la vergüenza y la culpa por sus bebés no nacidos.

Además de estos resultados tangibles, otro gran fruto de la oración es un renovado espíritu en la comunidad de laicos en todo el país, quienes han visto que es posible ponerse en acción a través de esta iniciativa y tomar parte en la transformación de la sociedad hacia la defensa de la vida.

En entusiasmo es general entre quienes han participado y ello ha motivado a los organizadores a continuar el trabajo pro-vida planeando vigilias cada mes en el sector, y desde ya convocan a todos los participantes a prepararse para la siguiente campaña que dará inicio el Miércoles de Ceniza de 2016, a la cual se espera que se unan más ciudades del país.

Entre los asistentes a la Eucaristía solemne, que cerró la primera edición de la campaña había una persona en especial que tenía mucho que agradecer.  Sandra, ahora con cuatro meses de embarazo, asegura “Que no tiene ni tendrá nunca como pagarles por todo el apoyo y por haberle ayudado a tomar la mejor decisión para ella y su hija”.

Ella es un ejemplo de que ante los sentimientos de angustia y confusión por un embarazo inesperado, una sonrisa, una mirada, o una palabra de apoyo, pueden ser suficientes para alentar a una mujer a seguir su instinto maternal y abrazar la vida de ese hijo que lleva en su vientre. 

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