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Ser dóciles para caminar de la mano de Dios

13 de enero de 2015

Para comenzar este nuevo año 2015 en la sección de Familia del periódico virtual El Catolicismo, hemos querido publicar un artículo que nos invita a caminar este año de…

Dar los primeros pasos supone una nueva etapa en la motricidad de los bebés. El proceso de aprender a caminar es lento. Con el tiempo los niños alcanzan seguridad. Unos antes de los doce meses, otros después del año.

La ayuda de los padres es fundamental porque son una especie de “columna” para los hijos. Andar tomados de la mano genera unión, confianza y protección.

Así como hablamos de esa conexión entre padres e hijos, también hay una palabra que nos une con el Padre Celestial: la docilidad, la cual se alcanza a partir de varios elementos: la oración, la Palabra, los sacramentos y la vida fraterna.

La oración es fundamental para generar un encuentro con Dios, un espacio de cercanía y diálogo. Además, conduce nuestra vida y nos alimenta por medio de las gracias del Señor.

Si pensamos de manera nutricional, la lectura diaria de la Palabra de Dios es más que nutritiva. Meditar las sagradas escrituras y ponerlas en práctica mejorará nuestra “digestión” espiritual de modo que cada día que tomemos un texto bíblico para profundizar en la vida que el Señor quiere que llevemos.

Frente a la lectura de la Biblia, el Papa Francisco dice que “La Palabra de Dios es viva y por eso viene y dice aquello que quiere decir: no aquello que yo espero que diga o aquello que yo quiero que diga”. Es una Palabra “libre”. Y es también “sorpresa, porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas”. Es “novedad”.

Nuestra amada Iglesia nos proporciona unos regalos que nos dirigen hacia una docilidad con el Señor, a un encuentro vivo y cercano con el Dios y conductor de nuestra existencia. Estos dones espirituales están inmersos en los sacramentos  y qué mejor que vivirlos y continuar frecuentándolos con la confesión y la comunión diaria.

La Eucaristía como dice el Papa Francisco “constituye el vértice de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte, en efecto, sobre nosotros toda su misericordia y su amor, tanto que renueva nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos.”

Finalmente, estando llenos espiritualmente, podremos servir a los demás. Como lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: “El amor en acción es servicio”. La vida está en común unión con Cristo para contribuir a la invitación que Él nos hace: Ser sal, luz y ciudad en lo alto: sal, para darle sabor a la existencia; luz, para iluminar el mundo y ciudad en lo alto o punto de referencia para quienes están perdidos.

 

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