Te dije que "no" y es "no"

Cada vez los padres se preguntan ¿cuál es la mejor manera de educar a los hijos? Muchas veces se recurre a terapias, libros, charlas, foros o especialistas en el tema,…
De forma paralela, la sociedad impone otros modelos que muchas veces contradicen los lineamientos que deseamos que nuestros hijos sigan en el caminar de la vida y esto hace que en determinadas ocasiones se adquieran posturas, coloquen reglas o simplemente se llegue al extremo de sentir miedo ante los propios hijos y no se pueda decir un “no” cuando las circunstancias lo ameriten.
Y, es que decir “no” a los hijos es importante. No todas las veces tienen la razón, no todas las veces sus actitudes son asertivas, no todas las veces actúan con prudencia. Al respecto, Alejandro de Barbieri, psicólogo Uruguayo, destaca dentro de sus múltiples libros exitosos, el de “Educar sin culpa”. Libro de oro 2015 con más de 20.000 ejemplares vendidos.
Uno de los apartes del libro reseña: “Es que hace 30 años se educaba sin culpa, nuestros abuelos no esperaban ser queridos por sus hijos. En cambio ahora somos padres culpógenos, lo cual lleva a la sobreprotección parental actual, haciendo que nuestros hijos tengan 7 años menos, la edad cronológica no coincide con la edad emocional. Y esto se debe a que los padres con culpa no se animan a decir -cuando sea necesario-, “te dije que no y es no”.
Por otro lado se perdió la alianza implícita que había antes entre los padres y la escuela para educar. Antes el adulto era legítimo frente a sus alumnos solo por ser adulto. Ahora el docente se debe ganar su legitimad en cada hora de clase. Eso se debe a la crisis de autoridad del rol docente.
Muchas veces también ocurre que los padres confían toda la educación a los colegios, dejando esta gran responsabilidad a un tercero, que como se manifiesta en el estudio del escritor Barbieri, la autoridad del adulto también se ha perdido en las aulas. Y, es que el niño no entra a la escuela educado en valores, hábitos de vestir, de comer, buenos modales, saludar etc., sino que el docente lo tiene que educar mientras da clase. Esto termina desgastando al docente.
Temor de los padres
Al claudicar los padres del rol de educar, no hay adultos. Hay miedo de ejecutar una “autoridad sana”, que es la que siempre que el niño tenga un capricho, puede responder sin miedo: “te dije que no y no, y no me lo pidas otra vez”. Ese es el lugar del adulto, el padre hoy tiene miedo que su hijo no lo quiera y por eso cede al deseo del niño, lo cual es triste porque lo condena a una inmadurez crónica. Hoy se “terceriza” el rol del padre al psicólogo y al docente, y así se claudica del rol del padre, condenando a nuestros hijos a la orfandad, asevera el autor.
El niño precisa la autoridad sana del padre o maestro que “frustra” sus impulsos. Si cada vez que el hijo quiere algo yo se lo doy, entonces le estoy diciendo “pide y se te dará, mi amor” para que me quieras. Eso es falso, porque lo estoy dejando inmaduro. Cuando mañana la vida lo frustre, en un examen en el deporte o en una pareja, su psiquismo estará frágil y no soportará las limitaciones que la vida le presente.
“La resistencia nos hace crecer”.
Carlos Díaz, filósofo español dice: “Educar es cansarse amorosamente”. Ese cansancio amoroso que implica educar actualmente no se realiza, porque el padre o la madre llegan cansados de su trabajo y no tiene fuerzas para sostener el “no”.
Si el padre es simpático todo el tiempo no puede “hospedar las frustraciones”. Pero esas frustraciones son necesarias para crecer y para llegar a la felicidad. Si no se frustra no crece y no aprende. Lo cual no quiere decir “hacerlo sufrir”. Si evito que sufra, evito que crezca y lo condeno a la inmadurez emocional. La cuestión empeora porque si mi autoestima se nutre del niño, entonces no voy a hospedar su frustración, el padre no tiene paciencia para educar. Entonces llega a la casa y le da todo lo que quiere, para que se acueste rápido y se duerma. Son algunos de los análisis expuestos en este libro donde a través de casos reales se muestra a los padres las mejores vías para educar.
Los equipos psicológicos son importantes y necesarios, siempre y cuando los padres y maestros hayan agotado previamente todas las instancias al alcance de sus manos.
Fuente Disminuir
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