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¡Amárrate la lengua!

11 de mayo de 2016
¡Amárrate la lengua!

El Papa ha recordado hoy una de las oraciones de Jesús antes de su pasión: la unidad de los creyentes, para que el mundo crea

La unidad es algo muy difícil de lograr ya sea en la casa, la oficina, la parroquia, qué decir de un país... la unidad cristiana es igualmente difícil, pero cuenta con la bendición del Espíritu Santo y está hecha para el testimonio, porque el testimonio permite que los demás crean, crean el hecho de que el Padre haya enviado a Jesús.

Por eso el más vergonzoso  antitestimonio han sido las guerras. Hacer la guerra entre hermanos es lo más lejano al mensaje y la vivencia del cristiano

 Al respecto ha contado que una vez, un cristiano católico preguntaba a otro cristiano de Oriente: ‘Mi Cristo resucitado es pasado mañana. ¿El tuyo cuándo?’ Ni siquiera en la Pascua estamos unidos “y el mundo no cree”, ha reconocido.

 

Por otro lado, el Santo Padre ha observado que ha sido la envidia del diablo la que ha hecho entrar el pecado en el mundo. Así, también en las comunidades cristianas “es casi habitual” que haya egoísmo, celos, envidias, divisiones. Y esto, ha advertido, “lleva a hablar mal el uno del otro”.

 El Papa ha explicado que en su país “a estas personas les llaman ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. A ahí las divisiones comienzan con la lengua”.

La lengua –ha observado– es capaz de destrozar una familia, una comunidad, una sociedad; sembrar odio y guerras. En vez de buscar una aclaración “es más cómodo hablar mal” y destrozar “la fama del otro”.

Para explicar esto, el Papa cita el conocido episodio de san Felipe Neri que a una mujer que había hablado mal, como penitencia le dice que desplume un pollo, disperse las plumas por el barrio y después las recoja. “¡No es posible!”, exclamó la mujer. “Así es cuando uno habla mal”, fue la respuesta.

“Hablar mal es así: ensuciar al otro. El que habla mal, ensucia, destruye. Destruye la fama del otro, destruye la vida y muchas veces sin motivo, contra la verdad”, ha advertido el papa Francisco.

Por eso, ha recordado que Jesús ha rezado por nosotros, por todos nosotros que estamos aquí y por nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras diócesis: “que sean uno”.

Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia y el don de la unidad, es decir, el Espíritu Santo. “Pidamos la gracia de la unidad para todos los cristianos, la gran gracia y la pequeña gracia de cada día para nuestras comunidades, nuestras familias; y la gracia de mordernos la lengua”.

 

 (imagen:www.danoah.com)

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