Domingo I de Adviento

Encendimos, Señor, esta luz en este primer domingo de Adviento, para mantenernos despiertos y en pie, como centinelas avispados, ante el Hijo del Hombre que viene.
Estando reunidos en familia, quien dirige dice: Ven, Señor, a salvarnos. Y los demás responden: Ven, que te esperamos. Después, enciende la primera vela de la corona y dice:
Oración:
Al comenzar el Adviento, encendemos, Padre, esta vela, para salir al encuentro de Cristo, del Señor que viene.
La noche nos intimida, la oscuridad nos acecha; pero la luz nos ilumina y nos dice que la salvación está cerca.
Queremos, Padre, dejar las obras de las tinieblas y vestirnos con las armas de la luz.
Revístenos con el traje nupcial y dispón nuestros corazones en familia en la espera del Señor que pronto llegará.
¡Ven pronto, Señor, Jesús!
Reflexión: el Adviento de María
A partir del anuncio del ángel y del sí de la Virgen, María supo comprender qué significaba el tiempo previo al nacimiento del Mesías. Día a día fue percibiendo en lo oculto de su vientre la presencia viva y transformante de su hijo, del Hijo de Dios. Día a día, fue descubriendo la necesidad de prepararse para su llegada, para acogerlo en sus brazos y para dejar que el corazón de madre le comunicará cuánto lo esperaba porque lo amaba y cuánto lo amaba porque lo esperaba. De María aprendamos, entonces, la espera orante del Señor y dispongamos nuestra vida en rectitud y piedad para acoger al Mesías.
Dios te salve María… Padre nuestro…
Oración final:
Señor Jesús, anhelamos tu venida y preparamos tu llegada. Con la Virgen María, tu madre y nuestra madre, disponemos nuestros corazones para recibirte en Navidad y para unirnos a Ti al final de los tiempos. Aviva en nosotros, con tu Espíritu, el amor a Ti y la actitud vigilante para que, cuando llegues, nos encuentres bien dispuestos. Amén.
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