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El Instituto para las Obras de la Religión (IOR) continua su renovación

18 de mayo de 2016
El Instituto para las Obras de la Religión (IOR) continua su renovación

Desde que entró en renovación, el IOR no ha parado su trabajo, aunque las normas y las crisis internacionales han hecho que su estructura se contraiga

El IOR está trabajando para contrarrestar el blanqueo de capitales y para mejorar las relaciones con los bancos italianos, es más se estudian posibles modificaciones a los Estatutos.

La contracción del IOR se debe, entre otros causas a factores macroeconómicos (la crisis mundial y en particular el estancamiento de las economías europeas, los problemas que tienen Grecia y China y las consecuencias en los mercados internacionales de la caída del crudo) una reducción de la clientela y de los valores totales administrados por el instituto. Estos últimos son factores que dependen consistentemente de la obra de limpieza y actualización que se han llevado a cabo a lo largo de los últimos años; después podrán venir políticas para nuevas inversiones y para valorizar el patrimonio.

Si se quiere comprender mejor el alcance de los cambios introducidos (teniendo en cuenta los datos difundidos por el mismo IOR en el Informe de 2015), hay que comenzar con lo que sucedió en 2012, cuando comenzaron a entrar en vigor las novedades en los ámbitos de la transparencia y de la lucha contra el reciclaje de dinero.

En conjunto, los valores de terceros administrados por el Instituto pasaron (de 2012 a 2015) de 6 mil 300 millones a 5 mil 800, es decir una reducción de 500 millones de euros. Durante el mismo periodo, los depósitos de los clientes disminuyeron de 2 mil 300 millones de euros a 2 mil millones (menos 300 millones), el patrimonio permaneció sin cambios (en 3 mil 200 millones), la custodia de los títulos disminuyó de 800 a 600 millones. Pero el dato más significativo fue la utilidad neta, que pasó de 86 millones 600 mil de euros en 2012 a 16 millones 100 mil en 2015, con una disminución de 70 millones y medio. Se comprenderá que una situación semejante influirá en los balances de la Santa Sede, que todos los años utilizan alrededor de 50 millones depositados por el IOR.

Para concluir, está el dato sobre la disminución y la reestructuración de la clientela. Un proceso que comenzó hace ya varios años. En particular el IOR registró a finales de 2015 14.801 clientes. Según lo que indicó el informe del Instituto, entre 2013 y 2015 se extinguieron 4.935 informes, una cifra parecida a los 4800 descritos en el informe de la AIF (la Autoridad de Información Financiera) y por Moneyval, el ente del Consejo de Europa que monitorea la aplicación de las leyes anti-reciclaje por parte de la Santa Sede. Al respecto, no está de más recordar que en junio de 2012, el entonces director del IOR, Paolo Cipriani, habló (en una rueda de prensa dentro del torreón de Nicolás V, donde se encuentra el Instituto) de alrededor de 25 mil posiciones abiertas que correspondían a 33 mil cuentas. El general el número de las cuentas no es significativo, puesto que un único cliente puede poseer varias actividades financieras. Sin embargo, sigue existiendo una discrepancia entre las cifras sobre el número de clientes que ya no tienen actividades en el IOR.

Sea como sea, el informe del IOR señala, en relación con la composición de la clientela actual, que «el grupo más significativo es el de las órdenes religiosas, que en 2015 constituyeron casi la mitad de nuestros clientes (el 48%), seguidas por los dicasterios de la Curia romana, las oficinas de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano y las nunciaturas apostólicas (el 11%), entes de Derecho canónico (9%), cardenales, obispos y clero (8%), las diócesis (el 7%); el grupo que queda está conformado por varios sujetos, entre los que están los empleados y los jubilados del Vaticano y fundaciones de Derecho canónico».

 

 

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