El IOR está limpio y su dinero también

René Bruelhart trabaja en El Vaticano desde el 2012 y se ha dedicado a limpiar “por dentro y por fuera” el IOR, su imagen y sus dineros
René Bruelhart, presidente de la Autoridad de Información Financiera, abre las puertas del "Banco del Papa" y de las políticas de transparencia financiera del Estado vaticano.
René Brülhart llegó a la AIF en el otoño 2012, durante el pontificado de Benedicto XVI, que había creado esta agencia para empujar a las instituciones financieras del Vaticano a adoptar los criterios internacionales en materia de lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo.
"Mi primer trabajo consistió en comprender los desafíos", describe sobriamente René Brülhart. Luego, abocarse a la escritura de una nueva ley contra el lavado, conforme a las normas internacionales y ya no más a la única lógica de la casa.
"Tuve numerosas puertas abiertas en el Vaticano", asegura. "Pero no todos están contentos, sirvo antes que todo a la institución de la Santa Sede".
No dice nada sobre la "vieja guardia" que le puso obstáculos. El papa Francisco decidió en junio de 2014 cambiar a la totalidad del consejo de dirección de la AIF.
Según los informes de actividad de la AIF, siete transacciones potencialmente sospechosas le fueron señaladas en 2011 y 2012. Luego fueron casi 900 en los tres años siguientes, prueba de que el sistema cambia.
Los señalamientos conciernen esencialmente a cuentas del Instituto para las Obras de Religión (IOR), apodado "el banco del Papa". Una pequeña parte se envía cada año al fiscal del Vaticano.
La gran limpieza terminó a fines de 2015, con el cierre de casi 5.000 cuentas bancarias "sospechosas".
"Todas no eran ilegales o estaban vinculadas a actividades criminales", precisa Brülhart. "Algunas pertenecían a personas que no correspondían más a la clientela querida por el IOR", explica.
El estatuto del banco, que no fue modificado, permite abrir una cuenta después de una donación. Pero el banco busca captar y concentrarse en "clientes" religiosos, las congregaciones y los empleados del Vaticano.
A escala de los tiempos del Vaticano, la celeridad del gendarme financiero parece revolucionaria.
"Esconderse detrás de anchos muros ya no era posible", subraya un observador interno. Y ya era tiempo. Durante el pontificado de Benedicto XVI estallaron nuevos escándalos financieros, en 2010 se congelaron fondos sospechosos y en 2012 el director del banco se vio obligado a dejar la institución.
Hasta entonces, el IOR hacía pocas preguntas sobre el origen de los fondos. En el pasado, la mafia también fue acusada de aprovechar este anonimato o de utilizar testaferros para blanquear fondos. También, los traficantes de armas
Ya "no recomendaría" intentar reciclar dinero sucio en el Vaticano, afirma René Brülhart.
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