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En los seminarios: lo mejor es no ser tan rígidos ni fundamentalistas

20 de noviembre de 2015
En los seminarios: lo mejor es no ser tan rígidos ni fundamentalistas

Los sacerdotes tienen una historia, no son ‘hongos’ que surgen de repente en la Catedral el día de su ordenación. Es importante que los formadores y los mismos…

Mucho ojo con la admisión a los seminarios, porque podría haber candidatos al sacerdocio con carencias psicológicas. Lo dijo Papa Francisco en la audiencia a las personas que participaron en el congreso promovido por la Congregación para el Clero, en ocasión del 50 aniversario de los decretos conciliares «Optatam totius» «Presbyterorum ordinis» (que se llevó a cabo en la Universidad Urbaniana del 19 al 20 de noviembre).

Francisco contó un episodio de cuando era maestro de novicios en la Compañía de Jesús. Un chico «bueno» no pasó el examen de la psiquiatra, quien le dijo a Bergoglio: «Estos chicos van bien hasta que no se hayan establecido, hasta que no se sientan plenamente seguros. Después comienzan los problemas. Padre -dijo aquella médica, según lo que indicaron los sacerdotes que asistieron al encuentro con el Papa-, ¿se ha preguntado por qué existen policías torturadores?». Francisco dijo que no confiaba cuando un joven «es demasiado seguro, rígido, fundamentalista». Por ello invitó a tener los «ojos abiertos» en las admisiones a los seminarios: «Hay chicos que están psíquicamente enfermos y buscan estructuras fuertes que los defiendan», como «la policía, el ejercito y el clero».

En su discurso, el Papa recordó la reforma impulsada por Benedicto XVI, que encomendó a la Congregación del Clero, ahora bajo la guía del cardenal Beniamino Stella, la competencia sobre los seminarios, para que el dicasterio «pueda comenzar a ocuparse de la vida y del ministerio de los presbíteros desde el momento en el que entran al seminario, trabajando para que las vocaciones sean promovidas y cuidadas, y puedan desembocar en la vida de santos sacerdotes. ¡El camino de santidad de un sacerdote comienza en el seminario!».

El sacerdote, dijo el Papa, es un hombre que nace «en cierto contexto humano», y ahí, a partir de la familia, «aprende los primeros valores, absorbe la espiritualidad del pueblo, se acostumbra a las relaciones. También los sacerdotes tienen una historia, no son ‘hongos’ que surgen de repente en la Catedral el día de su ordenación. Es importante que los formadores y los mismos sacerdotes recuerden esto y sepan tener en cuenta tal historia personal a lo largo del camino de la formación», que, por ello, debe ser «personalizada».

Un buen sacerdote «es, antes que nada, un hombre con su propia humanidad, que conoce la propia historia, con sus riquezas y sus heridas, y que ha aprendido a hacer paz con ella, alcanzando la serenidad de fondo, propia de un discípulo del Señor. La formación humana es, pues, una necesidad para los sacerdotes, para que aprendas a no dejarse dominar por sus límites, sino más bien a hacer que den fruto sus talentos. Un sacerdote que sea un hombre pacificado sabrá difundir serenidad a su alrededor, incluso en los momentos fatigosos, transmitiendo la belleza de la relación con el Señor. No es normal, por el contrario, que un sacerdote esté triste a menudo, nervioso, que tenga un carácter duro; no está bien y no hace bien: ni al sacerdote ni a su pueblo».

Saber recordar que se es «constituido por el pueblo» «ayuda a los sacerdotes a no pensar en sí, a ser autorizados y no autoritarios, firmes pero no duros, alegres pero no superficiales, es decir: pastores, no funcionarios. El pueblo de Dios y la humanidad entera son destinatarios de la misión de los sacerdotes, a la que tiende toda la obra de la formación». El sacerdote, según Bergoglio, «siempre está ‘en medio de otros hombres’, no es un profesional de la pastoral o de la evangelización, que llega a hacer lo que debe (tal vez bien, pero como si fuera un oficio), y luego se va a vivir una vida separada. Uno se vuelve sacerdote para estar en medio de la gente. El bien que los sacerdotes pueden hacer nace sobre todo de su cercanía y de un tierno amor por las personas. No son filántropos o funcionarios, sino padres y hermanos. Cercanía, vísceras de misericordia, mirada amorosa: con este testimonio de vida podemos evangelizar, hacer experimentar la belleza de una vida vivida según el Evangelio y el amor de Dios, que también se hace concreto mediante sus ministros».

Y el Papa también se dirigió a los obispos: «Cercanía y residencia: el decreto de residencia todavía está vigente; si no quieres permanecer en la diócesis, renuncia», dijo refiriéndose a los obispos que debido a sus múltiples viajes no están cerca de los sacerdotes («Cuántas veces escuchamos las quejas de los sacerdotes»). Dirigiéndose a los obispos, Francisco añadió: «Si recibes una llamada y en ese momento no puedes recibirlo, por lo menos levanta el teléfono y háblale».

 

 

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