Francisco en la tierra de Juan Pablo

La visita de Francisco a Polonia con motivo de la JMJ ha dejado muchas enseñanzas, muchas palabras, gestos y también silencios
Fueron días intensos, de calor, de lluvia, pero sobretodo de encuentro. ¿Quién no quería estar lo más cerca del Papa? Dichosos los muchachos que cruzaron con él la Puerta Santa del Campus de la Misericordia. Francisco les ha hablado como el presente de la Iglesia con gran esperanza porque son el futuro, serán sembradores de misericordia.
Los grandes gestos y los grandes silencios se dieron en la dolorosa visita a Auschwitz y Birkenau. A veces las palabras sobran, aunque sean las del Papa. El compungido silencio, el respeto por el dolor, su grito silencioso: “¡Señor, perdón por tanta crueldad!”
¿Qué espera la Iglesia de los jóvenes? Que sean familia para los migrantes, los prófugos, los perseguidos, los pobres; que abran su corazón para brindar refugio, que sepan dar refugio y comprensión a quien lo necesite. En definitiva: “Decir misericordia junto a ustedes es decir oportunidad, decir mañana, compromiso, confianza, apertura, hospitalidad, compasión, sueños”.
Los jóvenes y la paz: el mundo está en guerra, pero no de religiones. Las guerras son producto de intereses políticos y económicos, jamás espirituales: “Una guerra de intereses, por los recursos naturales, guerra por el dominio de los pueblos. Alguno puede pensar que estoy hablando de guerra de religiones. No. Todas las religiones queremos la paz. La guerra la quieren otros. ¿Entendido?”.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Con ese lema no podría esperarse menos que el Papa hiciera permanente referencia a la Divina Misericordia, a santa Faustina y a san Juan Pablo II.
Finalmente nadie quiere a los jóvenes en un sofá viendo tele o buscando pokemones. Jóvenes comprometidos con su vida y la de sus hermanos, ¡Nos vemos en Panamá!
(imagen: facebook, centro televisivo vaticano)
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