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Francisco ha visitado el santuario mariano más importante de Polonia: Częstochowa, la devoción de san Juan Pablo II

27 de julio de 2016
Francisco ha visitado el santuario mariano más importante de Polonia: Częstochowa, la devoción de san Juan Pablo II

1.050 años de un “bautizo” es cuestión de celebrar, el Papa llegó en el papamóvil y junto con los obispos de Polonia y miles de sacerdotes polacos ha celebrado la…

En la homilía de la misa celebrada en el santuario mariano de Częstochowa, Francisco recuerda que María es una Madre que “toma en serio los problemas e interviene”

El Santo Padre ha visitado el santuario mariano más importante de Polonia, en su segunda jornada en este país. Allí, ha celebrado la eucaristía con ocasión del 1050º aniversario del Bautismo de esta nación. El Papa ha dejado esta mañana el arzobispado de Cracovia para dirigirse a Częstochowa. Pero de camino al aeropuerto, ha hecho una visita fuera del programa. Se ha dirigido a un hospital local, para saludar al arzobispo emérito de Cracovia, el cardenal Francisek Macharski, gravemente enfermo. A continuación ha realizado otra parada, sí prevista, en el convento de las hermanas de la Presentación de la Beata Virgen María, donde ha rezado en silencio con las religiosas y algunos estudiantes de la escuela que dirigen.  

El Santo Padre ha llegado, en torno a las 9.30 hora local, en el papamóvil para saludar a los fieles allí reunidos, que le esperaban para la celebración eucarística. Antes, ha entrado en la monasterio y ha rezado en la capilla de la “Virgen Negra” junto con unos 300 padres del Instituto Religioso de la Orden de San Pablo Primer Ermitaño.

El Santo Padre ha observado que sorprende cómo se realiza la venida de Dios en la historia: “ningún ingreso triunfal, ninguna manifestación grandiosa”. Del mismo modo, el Reino de Dios, ahora como entonces, viene “en la pequeñez, en la humildad”.

A propósito del primer milagro realizado por Jesús, el Pontífice ha subrayado que el agua trasformada en vino en la fiesta de la boda es un gran signo, “porque nos revela el rostro esponsalicio de Dios, de un Dios que se sienta a la mesa con nosotros, que sueña y establece comunión con nosotros”. Nos dice –ha proseguido– que el Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, que está en medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder. Al respecto ha advertido que ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad “es algo trágicamente humano, y es una gran tentación que busca infiltrarse por doquier”.

Y como no podía ser de otra manera, en este santuario mariano, las últimas palabras de la homilía del Pontífice han ido dirigidas a la Virgen. Es ella “ese espacio, preservado del mal, en el cual Dios se ha reflejado”, “la escala que Dios ha recorrido para bajar hasta nosotros y hacerse cercano y concreto”, “el signo más claro de la plenitud de los tiempos”. Que la Madre, firme al pie de la cruz y perseverante en la oración con los discípulos en espera del Espíritu Santo, “infunda el deseo de ir más allá de los errores y las heridas del pasado, y de crear comunión con todos, sin ceder jamás a la tentación de aislarse e imponerse”, ha deseado el Pontífice. Y así, ha recordado que la Virgen demostró en Caná mucha concreción. “Es una Madre que toma en serio los problemas e interviene, que sabe detectar los momentos difíciles y solventarlos con discreción, eficacia y determinación”, ha asegurado. 

 

 

 

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