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La pobreza es un problema moral. Es imperativo la lucha para combatirla

12 de mayo de 2016
La pobreza es un problema moral. Es imperativo la lucha para combatirla

La pobreza está presente en la desocupación juvenil, en la crisis de los refugiados, en los niños abandonados, en las familias sin techo, en los trabajos con sueldos…

La Fundación Centesimus Annus pro Pontifice organizó la conferencia internacional sobre “La iniciativa empresarial en la lucha contra la pobreza. Emergencia prófugos, nuestro reto”. El Santo Padre recordó que la lucha contra la pobreza "no es sólo un problema económico, sino sobre todo un problema moral, que llama a una solidaridad global y al desarrollo de un enfoque más equitativo ante las necesidades y aspiraciones de los individuos y pueblos en todo el mundo".

El Papa abordó con autoridad varios temas, en especial el de los refugiados, los jóvnees desempleados sin porvenir y el de la economía de la exclusión:

“Una visión económica exclusivamente orientada al beneficio y el bienestar material es, como nos muestra a diario la experiencia, incapaz de contribuir en modo positivo a una globalización que favorezca el desarrollo integral de los pueblos del mundo, una justa distribución de los recursos, la garantía del trabajo digno y el crecimiento de la iniciativa privada y las empresas locales”.

"Una economía de la exclusión y la inequidad llevó a un mayor número de desheredados y de personas descartadas como improductivas e inútiles. Los efectos se perciben también en las sociedades más desarrolladas, en las cuales el crecimiento en porcentaje de la pobreza y el decaimiento social representan una seria amenaza para las familias, para la clase media que se contrae y, en modo particular, para los jóvenes".

El Papa advirtió que “las tasas de desocupación juvenil son un escándalo, un escándalo que no sólo requiere ser afrontado sobre todo en términos económicos, sino que debe ser afrontado también -y no con menos urgencia- como una enfermedad social, dado que nuestra juventud es despojada de su esperanza y se despilfarran sus grandes recursos de energía, creatividad e intuición".

Al hablar de la crisis de los refugiados, a la que se siente "particularmente cercano" tras haber sido testigo de desgarradoras experiencias de sufrimiento en su viaje a Lesbos, el pontífice afirmó que la comunidad internacional está llamada a dar respuestas políticas, sociales y económicas a quienes son desplazados por sus creencias.

Por último, Francisco manifestó su esperanza en que esta conferencia pueda contribuir a generar “nuevos modelos de progreso económico” más directamente orientados al bien común, a la inclusión y al desarrollo integral, al incremento del trabajo y a la inversión en recursos humanos, y recordó a los presentes que su vocación está “al servicio de la dignidad humana y de la construcción de un mundo de auténtica solidaridad”.

 (imagen: movimientociudadanodf.org)

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