Pakistán: Una fuerte expresión pública de fe

Aunque 20 de los 100 trabajadores renunciaron a participar en el proyecto al conocer el propósito de esta construcción, los que la están levantando consideran su trabajo…
La monumental cruz, de 42 metros de altura (algo así como la del un edificio de 14 pisos), está situada a la entrada del mayor cementerio cristiano de Karachi, un lugar que sufre frecuentemente actos actos vandálicos.
Pakistán es uno de los territorios más intolerantes con la libertad de religión, condicionada por la llamada ley de blasfemia que impone cadena perpetua o pena capital a todo aquel que hable contra el Islam, religión mayoritaria del país. Los cristianos son un 2.2% de la población, que sufre discriminaciones, agresiones y asesinatos por parte de extremistas musulmanes.
Parvez Henry Gill, un empresario cristiano pakistaní, decidió levantar una "Cruz a prueba de balas", como la llamaron los medios de comunicación, en la ciudad de Karachi, Pakistán. El creyente desea que sea una de las más grandes del mundo precisamente por las grandes dificultades de las comunidades cristianas del país para expresar abiertamente su fe.
“Esta iniciativa, expresó el empresario en una entrevista en el Washington Post, es una inspiración de Dios ante sus oraciones en las que le pedía le muestre el modo de ayudar a sus hermanos en medio de los ataques a causa de su fe. Quiero que las personas cristianas la vean y decidan quedarse”, afirmó. “Será un símbolo de Dios y todos los que la vean dejarán de preocuparse”.
Gill afirma que la situación de discriminación motiva a las familias a dejar la ciudad de Karachi y el cementerio llega a ser un lugar emblemático del vandalismo anticristiano ante el cual la Cruz monumental en construcción espera ser un blanco mucho más resistente. Las dificultades para construir el monumento fueron muchas y Parvez explicó que el trabajo es arriesgado y las personas involucradas en el proyecto están tomando precauciones personales.
“Le dimos permiso hace un año para construir la cruz, pero los trabajos de construcción se concretaron recientemente”, explicó Anwar Sardar, secretario general de los cementerios cristianos de la Junta de Karachi. “Las amenazas de seguridad están por todas partes y cualquier cosa podría suceder en esta ciudad, pero hay poco que podamos hacer al respecto”, añadió
La familia Gill ha trabajado con éxito el cultivo del algodón y el trigo por varias generaciones y ha tenido gestos tradicionales de generosidad, como el apoyo a la educación de la niñez y la financiación de más de 100 cirugías para personas con ceguera. Las dificultades para construir el monumento no han escaseado, y 20 de los 100 trabajadores renunciaron cuando se hizo evidente el propósito de la construcción. Sin embargo, en la actualidad incluso no creyentes toman parte en las tareas y reconocen el trabajo como "una obra de Dios".
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