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Seamos capaces de estar inmersos en la gente, de dejarnos encontrar

27 de noviembre de 2016
Seamos capaces de estar inmersos en la gente, de dejarnos encontrar

Son innumerables las historias de solidaridad, de ayuda, de apoyo que se viven en nuestras familias y en nuestras comunidades. Es impresionante —subrayó Francisco— cómo…

 

Cuando «quien comanda es más importante que el pueblo y las decisiones las toman pocos, o son anónimas, o son dictadas siempre por emergencias verdaderas o presuntas», entonces «la armonía social corre peligro con graves consecuencias para la gente: aumenta la pobreza, peligra la paz, comanda solo el dinero y la gente está mal». Lo afirmó Papa Francisco en el video-mensaje, transmitido hoy, para el Festival de la Doctrina Social de la Iglesia, que se lleva a cabo este año en Verona (del 24 al 27 de noviembre) y cuyo tema es «En medio de la gente».

Este lema «expresa una gran verdad», afirmó Jorge Mario Bergoglio en su mensaje: «nuestra humanidad se enriquece mucho si estamos todos con los demás en cualquiera de las situaciones en las que se encuentren. Es el aislamiento lo que hace mal, no compartir. El aislamiento desarrolla miedo y desconfianza, e impide disfrutar la fraternidad. Hay que decirnos que se corren más riesgos cuando nos aislamos que cuando nos abrimos al otro: la posibilidad de hacer daño no está en el encuentro, sino en la cerrazón y en el rechazo. Lo mismo vale cuando nos encargamos de otro: pienso en un enfermo, en un viejo, en un inmigrante, en un pobre, en un desempleado. Cuando nos preocupamos por el otro nos complicamos menos la vida que cuando estamos concentrados solamente en nosotros mismos». Francisco agradeció a los obispos de Verona, a los voluntarios y a Adriano Vincenzi «por el trabajo desempeñado para dar a conocer y poner en práctica la doctrina social de la Iglesia».

Estar entre la gente «no significa solamente ser abiertos y encontrar a los demás, sino también en dejarse encontrar», prosiguió el Papa. «Entre nuestra gente, hay una auténtica riqueza humana. Son innumerables las historias de solidaridad, de ayuda, de apoyo que se viven en nuestras familias y en nuestras comunidades. Es impresionante —subrayó Francisco— cómo algunas personas viven con dignidad la restricción económica, el dolor, el trabajo duro, la prueba. Al encontrar a estas personas, tocas con la mano su grandeza y casi recibes una luz con la que se vuelve claro que se puede cultivar una esperanza para el futuro; se puede creer que el bien es más fuerte que el mal, porque están ellos. Estando entre la gente —afirmó el Papa— tenemos acceso a la enseñanza de los hechos. Pongo un ejemplo: me contaron que hace poco tiempo murió una chica de 19 años. El dolor fue inmenso, muchos participaron en el funeral. Lo que sorprendió a todos fue no solo la ausencia de desesperación, sino la percepción de cierta serenidad. Las personas, después del funeral, se comunicaban el estupor de haber salido de la celebración sin un peso. La mamá de la joven dijo: “He recibido la gracia de la serenidad”». Según el Papa, «sin discursos o explicaciones se comprende qué es lo que vale en la vida y lo que no».

Estar entre la gente, dijo, «significa también advertir que cada uno de nosotros forma parte de un pueblo. La vida concreta es posible porque no es la suma de muchas individualidades, sino la articulación de muchas personas que concurren en la construcción del bien común. Estar juntos nos ayuda a ver el conjunto. Cuando vemos juntos, nuestra mirada se enriquece y resulta evidente que los papeles que cada quien desempeña dentro de las dinámicas sociales nunca pueden ser aislados ni absolutizados. Cuando el pueblo está separado de quien comanda —subrayó el Pontífice argentino—, cuando se toman decisiones en fuerza del poder y no del compartir popular, cuando quien comanda es más importante que el pueblo y las decisiones las toman pocos, o son anónimas, o son dictadas siempre por emergencias verdaderas o presuntas, entonces la armonía social corre peligro con graves consecuencias para la gente: aumenta la pobreza, peligra la pa, comanda solo el dinero y la gente está mal. Estar entre la gente, entonces, no solo hace bien a la vida de los individuos, sino que es un bien para todos».

Estar en medio de la gente, recordó el Papa, pone la evidencia de la pluralidad de los colores, culturas, razas y religiones. La gente nos hace tocar la riqueza y la belleza de la diversidad. Por eso, «cuando se está entre la gente, se toca la humanidad».

 

 

 

 

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